En el año 2019 mi proyecto se consolida adquiriendo una bodega tradicional de la zona con más de 120 años de historia. Aquí te la presento.
Ardón es un pequeño pueblo al suroeste de la provincia de León.
Sus bodegas tradicionales excavadas en la tierra son conocidas como "cuevas".
Estas bodegas, con siglos de historia, son un testimonio vivo de la dedicación y el ingenio de sus habitantes para producir vino en un entorno único.
La creación de estas bodegas comenzó hace varios siglos, cuando sus habitantes, conscientes de la importancia del vino en su cultura y economía, buscaron un lugar donde almacenarlo y elaborarlo en condiciones óptimas. Las llanuras y colinas arcillosas del municipio ofrecían el terreno ideal.
El proceso comenzaba con la elección del lugar, generalmente en laderas suaves para facilitar la excavación y aprovechar la estabilidad térmica del subsuelo. Equipados con herramientas simples, como picos y palas, los artesanos excavaban cuidadosamente túneles y cámaras. La tarea podía durar meses, dependiendo de la dureza del terreno y la complejidad del diseño.
Las bodegas no solo eran prácticas, sino también estratégicamente diseñadas. Tenían varias cámaras interconectadas que cumplían diferentes funciones:
El aislamiento natural de la tierra mantenía una temperatura constante entre 12 y 16 grados centígrados durante todo el año, ideal para el proceso de elaboración y conservación del vino. La humedad también se regulaba de manera natural, protegiendo el producto de la oxidación.
Una vez terminada la construcción de la bodega, las familias se dedicaban a la producción del vino. Las uvas, cosechadas en los viñedos cercanos, se prensaban de manera artesanal en lagares ubicados en las propias cuevas o en espacios cercanos. El mosto se trasladaba a las cubas para iniciar la fermentación, un proceso guiado por el conocimiento transmitido de generación en generación.
Su localización se beneficia de una combinación de factores geológicos y climáticos:
Suelos arcillosos y calcáreos
Altitud y clima
Hoy en día, muchas de estas bodegas siguen activas, mientras que otras se han reconvertido en restaurantes permitiendo a los visitantes experimentar de primera mano la magia de estas cuevas. Esta zona ha sabido preservar este legado, combinando tradición y modernidad para seguir siendo un referente vinícola en la región.
Estas bodegas, auténticas joyas subterráneas, no solo son un lugar donde el vino cobra vida, sino también un testimonio del ingenio y el esfuerzo de una comunidad que supo aprovechar los recursos de la tierra para crear algo único y perdurable.
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